Es una gran novela; urbana en cuanto representación de la ciudad: el Quito de finales del siglo XIX percibido como «un convento, donde se procura no hablar mal; pero se procede pésimamente»; y novela histórico-política en tanto narra el proceso de formación ideológica y el drama —de carácter sentimental y político— que atraviesa el joven universitario Pacho Villamar, que bien podría considerarse prototipo de la juventud progresista de su tiempo: Pacho es un estudiante provinciano llegado a Quito para continuar sus estudios y que pronto pasa a desenvolver su vida en un ambiente universitario de rebeldía contra García Moreno, en medio de una juventud que leía a escondidas a Juan Montalvo; testigo de la alianza de la Iglesia con el gobierno conservador para perpetuar la hegemonía espiritual sobre las conciencias, participa de la atmósfera política de esa época, que presagiaba ya las luchas libertarias del 1895. Todo, enmarcado en una dura crítica a los jesuitas y al modelo de educación impuesto po ellos.