EL BURLADOR DE SEVILLA
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Don Juan, fugitivo de Nápoles, donde dejó burlada a la duquesa Isabela, naufraga en las playas de Tarragona. Recibido en la humilde cabaña de una pescadora, Tisbea, abusa de ésta, dándole palabra de matrimonio, y huye a Sevilla. Ana Ulloa, hija del comendador don Gonzalo y una campesina son sus siguientes víctimas. En una iglesia, se enfrenta con la estatua del comendador a quien había matado: le insulta, le desafía, le invita a cenar. Cuando se encuentran, al estrechar la mano de la estatua, siente que a su cuerpo pasa el fuego infernal. Don Juan grita, pide confesión, pero ya es tarde y muere como réprobo: «Que no hay plazo que no llegue / ni deuda que no se pague».